En numerosas ocasiones hemos podido comprobar cómo se han establecido paralelismos entre la vida y problemática del mundo empresarial y el mundo del deporte, de la cría de caballos e incluso del compás de instrumentos musicales. Todas estas comparaciones siempre me han parecido válidas y curiosas, pero ahora puedo contar una nueva que he vivido en primera persona.
En noviembre de 2009 decidí dar un giro a mi vida profesional y solicité una excedencia en mi empresa (una multinacional farmacéutica) para hacerme cargo de un proyecto apasionante que me fue ofrecido: Analizar el trabajo en equipo de una tripulación que iba a construir y navegar a bordo de una réplica de un Galeón del siglo XVII desde Sevilla hasta Shanghai, para formar parte del pabellón español en la Expo 2010 celebrada en China.
La construcción de este Galéon, fiel reflejo de los que protagonizaron las mayores rutas marítimas de la historia de la navegación uniendo comercial y culturalmente España con Asia y América, ha sido llevada a cabo por la Fundación Nao Victoria junto con la ayuda de la Junta de Andalucía y de patrocinadores privados. En él, se ha recreado exactamente la vida y costumbres de los marinos de aquella época y se ha cruzado, al igual que hicieron nuestros antepasados, mares y océanos hasta arribar en la ciudad china de Shanghai. La tripulación, formada por 35 personas, hemos pasado más de tres meses navegando en un barco de 52 metros de eslora y 10,5 metros de manga a lo largo de 10.500 millas náuticas (unos 19.000 km), soportando temperaturas elevadísimas, duchándonos con agua salada y viviendo como auténticos marinos de aquella época.
Durante más de 11 años he trabajado en el mundo de los Recursos Humanos, tanto en consultoría como en empresas, y desde las distintas posiciones que he tenido a lo largo de mi trayectoria profesional he podido observar distintas maneras de gestionar personas, de afrontar situaciones de crisis, distintos tipos de liderazgo o problemas de comunicación. Y es realmente curioso apreciar cómo la navegación en un barco y la vida en la empresa tiene muchas más similitudes que diferencias.
Aspectos tan cotidianos en nuestras organizaciones como la comunicación y la coordinación, abordo de un navío de estas características se convierten en un elemento clave a la hora de realizar las maniobras de izado de las vergas y velas, cuyo peso supera los 3.500 kg y para lo que hace falta las manos de 15 personas. La incorrecta trasmisión (o comprensión) del mensaje en nuestro trabajo diario puede dar lugar a la pérdida de motivación de nuestros equipos, a inoportunos retrasos al servir pedidos o, en última instancia, a la pérdida de un cliente. A bordo de un Galeón de estas características esa misma situación
puede llegar a imposibilitar una maniobra o en caso extremo, a poner en riesgo la embarcación.
Pero si hay algo que me ha llamado la atención en toda esta aventura, ha sido el elevadísimo sentido del compromiso y la motivación de la tripulación, formada en su mayoría por simples aficionados a la navegación y sin demasiados conocimientos técnicos, que como yo, dejaron atrás su vida normal para embarcarse en un proyecto tan singular.
La precisión con que se realizaban las tareas de mantenimiento del barco, la fuerza con la que se tensaban obenques y burdas, el mimo con que se ha pintado repetidas veces cada centímetro de la madera de iroco con que el Galeón está construido o las perfectas maniobras de atraque y desatraque del barco, han sido fruto de un sentimiento de pertenencia, de una motivación espectacular hacia lo que se está haciendo. Y es que cuando hablamos con nuestros colaboradores y tratamos de motivarles para conseguir mejores resultados, tan vez nos olvidamos de un aspecto fundamental. Si una persona no es feliz con lo que hace, nunca dará el 100% de su potencial y es ahí donde tal vez los líderes y gestores de equipos erramos al no plantearnos más en profundidad qué es lo que realmente mueve a cada uno de nuestros colaboradores. En la tripulación, fue curioso comprobar que si bien todos nos movíamos por un afán de aventura, cada uno de nosotros estaba allí por un motivo distinto, pero eso era lo que nos hacía estar tan comprometidos con nuestros trabajo abordo.
Podría seguir escribiendo acerca de las similitudes que he encontrado durante estos meses en términos tan conocidos para nosotros, los profesionales de los recursos humanos, como capacidad de toma de decisiones, gestión de conflictos, resolución de crisis, liderazgo, valores corporativos, etc. pero seguro que tenéis muchas cosas que hacer para seguir generando valor a vuestras compañías, así que simplemente quería compartir esta experiencia con vosotros. Si alguno está interesado en que le cuente más, poneos en contacto conmigo y lo haré encantado.
Un saludo
Francisco Castillo